martes, 20 de noviembre de 2012

ÚLTIMO MINUTO:

CONGRESO APRUEBA CONVERTIR SAN MARCOS EN GRAN PARQUE DE LIMA


Docentes serán asimilados a los colegios para impulsar reforma escolar

Consorcio de Universidades Privadas dará becas al quinto superior

Se subastarán derechos de superficie del estadio de San Marcos

Autoridades universitarias serán nombrados embajadores

Trabajadores transferidos al Congreso

El maestro Jorge Basadre afirmó que la más importante función de la historia no era mostrar lo que hemos sido sino lo que no hemos podido ser. En estos tiempos en los que nuestra universidad, la Decana de América, atraviesa una etapa sombría, nunca más certeras han sido las palabras de los sanmarquinos notables de nuestra tradición, como las del historiador tacneño, quien, junto a otros nos ha antecedido en el tiempo. Es momento de retomar su legado para reconstruir, en la resistencia y desde el compromiso con el desarrollo eficiente de las labores docentes, la imagen de una institución más antigua que la República, crisol de peruanidad y de desarrollo para la nación.

Debemos decirlo con toda claridad y firmeza: los docentes, estudiantes y trabajadores de nuestra casa de estudios no hemos podido consolidarnos como una comunidad académica porque hemos permitido que el gobierno de la universidad caiga en manos irresponsables y ajenas a sus ideales de búsqueda de excelencia educativa. La Decana de América ha retrocedido en las últimas gestiones rectorales a niveles previos en los que campeaban el oportunismo político, los intereses de sectores corruptos y la enajenación de las funciones estatutarias.

Cuando el conspicuo sanmarquino, autor de La promesa de la vida peruana, caracterizó a los enemigos de la nación, jamás imaginó que estos, los podridos, los congelados y los incendiarios, terminarían gobernando los destinos de su alma máter.

Con el cinismo que los caracteriza, muchos de los colegas de la universidad que apoyan a los podridos dirán que ellos también siguen tras la figura de Basadre, tal vez, aludiendo a la figura de los billetes de cien soles, con lo que buscan banalizar y atenuar la real naturaleza de su acción oportunista: están ejecutando la eutanasia de la Decana de América con una sonrisa en los labios.

¿Cuál es el origen de esta debacle? ¿Cómo hemos podido llegar tan abajo? ¿Dónde empezar a salir del pozo? Estas y otras preguntas parecidas se hacen algunos integrantes de nuestra universidad. Pocos, poquísimos, -habría que precisar-, se interrogan así, porque a la gran mayoría simplemente no le importa. Su indiferencia los ha convertido en los congelados que aludía Basadre: permanecen inmóviles y fríos, como estatuas, frente al caos y la felonía.

Sin embargo, sería injusto colocar en el mismo saco a todos, pues es necesario ser enfáticos al indicar el grado de responsabilidad: la mayor responsabilidad ante la situación que sufrimos la tienen los incendiarios, quienes con un discurso contestatario y supuestamente revolucionario, mera pose retórica, han accedido a cuotas de poder para encubrir la podredumbre general y la propia. Han vendido a San Marcos y sus siglos de tradición a favor del conocimiento, la libertad y la solidaridad por un mezquino botín: una copiosa comisión, un sueldito de burócrata dorado, un ascenso sin méritos, un viajecito a España, un libro publicado, una canita al aire, una tablet o un celular…

El titular ficcional de este pronunciamiento solo pretende proyectar al lector a un futuro imaginario para hacer visible la magnitud en la que hemos hipotecado el destino de nuestra casa de estudios. Al conceder colectivamente a la ideología consumista, al pensamiento liberal que corroe todo con el ácido fetichista de la mercancía y a la cultura de la confrontación, la sospecha y la división, hemos clausurado cualquier posible escenario a favor de la investigación científica y humanista, que impulse para el país una matriz de ciencia y tecnología indispensable para un desarrollo sostenible, una adecuada calidad de vida para la población y la defensa ecológica de nuestros recursos naturales.

En esta época de internacionalización de la educación superior, de una inédita revolución científica, sostenida en la nanociencia, la biotecnología, la ingeniería genética y informática cuántica, la distancia que nos han sacado varias universidades públicas latinoamericanas de menos antigüedad y tradición, es tan inmensa que podemos señalar que no hemos perdido el tren de la historia, sino que hemos perdido el jet de la historia. Con ello hemos condenado a la nación a permanecer en el atraso y la insania.

En la actualidad la educación superior se ha convertido en un lucrativo negocio y no se ve a nadie que defienda a la universidad pública como alternativa para el desarrollo y transformación del país; por el contrario, se la maltrata y sataniza. Es urgente una nueva ley universitaria que cambie la estructura de la universidad peruana para que ésta, fundamentalmente, genere conocimientos, tecnologías e innovación y, a partir de ello, tener la calidad moral y ética para formar los profesionales que el país requiera.

Luna de miel sanmarquina


En efecto, ahora podemos apreciar que tenemos un rector que apuesta por costosos viajes al exterior (China, Japón, ahora Francia, Alemania, Italia y Marruecos), por los lobbies políticos de alto nivel, por las generosas condecoraciones a congresistas, por las graciosas gigantografías XL de cuanto evento imaginen incluida la cuestionada acreditación internacional, por la improvisación, como política de gestión institucional.

También resulta cierto que en los últimos años han sido principalmente las altísimas autoridades de la universidad –rector y algunos decanos anuentes– las que han estado viajando constantemente al extranjero en llamadas comisiones de servicio con recursos propios de la universidad. Sobre este punto, si bien podríamos entender que, a pesar de los tiempos de la comunicación electrónica, los viajes al extranjero de algunas autoridades todavía puedan resultar necesarios para la universidad, también lo deberían ser, o tal vez más, los viajes de sus docentes a congresos y eventos internacionales. No obstante, sin la menor explicación racional, la actual gestión cortó un programa de movilidad docente que con pocos recursos venía siendo una oportunidad para los profesores, que no son autoridades, de llevar al exterior la real imagen académica de la universidad. De este modo, la curiosa moraleja que la actual gestión nos presenta es que para que un profesor pueda viajar al exterior se tiene que ser una alta autoridad y que para ser autoridad sólo se necesitan votos –éticamente correctos o incorrectos– obtenidos dentro de un sistema universitario, esencialmente, corporativista en la que el nivel académico no interesa en absoluto, sólo vale ser político de viejo cuño.

Si hacemos una comparación con la gestión de Manuel Paredes, por más que para algunos sea odiosa, podemos decir que ambos tuvieron plenos poderes para administrar la universidad. Sin embargo, la gran diferencia es que la gestión actual de Pedro Cotillo tiene el apoyo casi total de la Asamblea Universitaria en tanto que la de Paredes fue una administración de facto. Justamente en la última asamblea universitaria del año pasado, el rector Cotillo obtuvo más de 100 votos para la reestructuración administrativa de la universidad y la elección del nuevo Comité Electoral. Es decir, la actual lectura que podemos tomar es que casi toda la Asamblea Universitaria, en una clara expresión de una luna de miel sanmarquina, está con la gestión Cotillo y a la simple espera de la ley del voto universal o ley universitaria para lanzarse nuevamente al ruedo de las candidaturas.

Eso es democracia para algunos y el paraíso para otros.

Lo cierto es que actualmente San Marcos políticamente ha sido tomado por el APRA en complicidad con sectores oportunistas de izquierda que han visto en ésta como su oportunidad para continuar en el poder los próximos veinte años.

La otra verdad es que San Marcos está y estará ahí, siempre presente, que se mantendrá ahí, sólo por la inercia de su gran historia y por el trabajo silencioso de los sanmarquinos, profesores y estudiantes, que sienten esa gran responsabilidad de una actitud ética a pesar de los pesares.

 
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Lima, 18 de Noviembre de 2012


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